Percibo cada día que mi mente se limita cada vez más a Dios.
Es por esto que Dios y el pecado que mora en mí no pueden vivir pacíficamente uno al lado del otro.
Luego de considerar como son las cosas en realidad, me inunda el deseo de vivir sin obstinación.
Cuando Dios irrumpe el alma con su luz, ya no desea vivir más con esa parte de ella que bloquea su brillo.
Cómo lo dice San Pablo en una de sus epístolas, "Ya no vivo yo más ahora vive Cristo en mí".
Una vez que hemos determinado unirnos a Dios, encontramos que estamos obligados a hacernos de sus enemigos, los nuestros.
Es así como nos embargan los lamentos a nuestro alrededor, y si no fuera que Dios nos sostiene, nos lamentaríamos de nuestros pecados igualmente.
CONTENTOS ESPERANDO EN DIOS:
Dios nos da su luz en un instante, dejándonos saber todo lo que necesitamos. No podemos buscar esta luz, sólo se nos da de parte de Dios.
Cuando Dios encuentra un alma que le deja a Él obrar, Él le concede la llave de los tesoros que Él ha dispuesto para ella; para que los disfrute. Y a esta misma alma Él le da el gozo de su presencia y que inunda nuestra alma por completo.

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